viernes, octubre 28, 2011

Vivimos épocas de barbarie.

Qué decir en estos días en los que se materializó ante los ojos del mundo el derrumbe del régimen Muhammar Gadhafi, ante los ojos de una indolente humanidad, que vio como con la bendición de los gobiernos de los países más civilizados del mundo, en medio de un genocidio cazaron al líder de la llamada revolución verde como si fuera una rata o alguna especie de plaga para la humanidad.



La verdad es que Gadhafi no era una mansa paloma, él mismo amenazó acabar con sus opositores como a ratas, esas fueron sus palabras. No conozco la historia de Libia, tuve un amigo llamado Millud, en los años setenta que me contaba de cómo su líder les había liberado de la tiranía monárquica que oprimía a su país y estoy seguro que mucho de cierto había en eso, pero desafortunadamente, Ghadaffi se aferró a las mieles del poder y terminó haciendo el mismo papel de su antecesor, no sin antes en nombre de la libertad finaciar los crímenes del terrorismo y finalmente ejercer una sangrienta represión contra su pueblo, vestido de finas sedas y disfrutando una vida opulenta.

A Gadhafi le llegó su hora en la historia, imagino que los dignatarios de los altos cargos en la Otán, cuando apoyaron las acciones en su contra esperaban que los Libios instauraran un régimen democrático al mejor estilo occidental o por lo menos algo parecido, eso no ha ocurrido ya a juzgar por la forma salvaje en que se dio fin a la vida del líder eso no va a ocurrir. El signo de la venganza política habita en ese país, la barbarie parece haber tomado al páis.



No justifico al líder caído, pero no puedo tampoco alplaudir la forma como fue aniquilado: linchado, vejado, torturado física y mentalmente. Pero, ojo, no solo es la actitud de los libios, es la actitud de muchos occidentales, caso extremo el de un hermano de una víctima de la voladura de un avión de PAN AM de la cual se responsabilizó al gobierno libio, quien dijo frente al mundo al ver el bochornoso video del linchamiento que lo único que lamentaba era que solo lo pudieron matar una vez.



En conclusión, pese a los avances tecnológicos, seguimos viviendo como salvajes, la dignidad, el pudor y la solidaridad son valores que tienden a olvidarse en estos tiempos. La conducta del tirano Gadhafi que desencadenó la de quienes lo capturaron y apoyaron la barbarie debe ser vista con sentido crítico y se debe reflexionar sobre ella. No quisiera pensar que Gadhaffi o uno de sus hijos hubiese tenido en sus manos la posibilidad de hacer explotar una bomba de destrucción masiva o hubiese podido seguir financiando al terrorismo en contra de occidente.



Ojalá que todo quede como un mal recuerdo de la humanidad y que podamos educar a las próximas generaciones para vivir civilizadamente y no en la barbarie de la cual hemos sido testigos. No más Gadhaffis, pero no más genocidios apoyados por los lideres del llamado primer mundo.