En este momento no tiene sentido alguno hacer juicios de valor sobre la situación de Venezuela, todos sabemos lo que ocurre y aún así seguimos atornillados a la situación actual. La propaganda oficial es altamente efectiva: la paz, la democracia, los derchos humanos y la justicia han pasado de a ser verdaderas metas a ser simples consignas para trazar la ruta de los opositores, pero no para ser seguidas por los gobernantes
Mientras los personeros del Estado violan todos los derechos de los ciudadanos y pisotean los principios que pregonan m van atornillándose aún más en el poder; no importa que el presidente no sea popular, ni que las encuestas hablen de un altísimo porcentaje de rechazo al experimento revolucionario, pues se ha inducido a la gente a actuar dentro de unos parámetros en los cuales es más importante remarcar el carácter democrático de la respuesta popular que la efectividad de la protesta, esto aunado al hecho de que los opositores no tienen armas y mucho menos sectores de las fuerzas armadas que los respalden, deja ver claramente que es muy difícil lograr una pronta salida al estado actual de las cosas, al contrario es previsible pensar que el proceso siga radicalizándose y que la reprensión con sus presos políticos n lugar de disminuir aumente.
Un pronóstico no muy optimista de una persona que maneja información de inteligencia dice que la revolución podría mantenerse en el poder por cincuenta años o más, lo cual no significa que no puedan cambiarse algunos nombres o que las políticas económicas no puedan modificarse puntualmente en forma temporal dado el descalabro económico que vive el país, pero en algo están claros los dirigentes es que la revolución no se entrega. La posibilidad de una salida violenta no se descarta, pero sin una dirigencia en la oposición que no sea maleable es muy difícil que llegue a darse pronto.
Él gobierno sigue magistralmente manejando al pueblo en base a esperanzas, pero ahora esas esperanzas son otros, no son una vivienda, o un carro chino o una nevera o una computadora, ahora la esperanza es un revocatorio o unas elecciones, que abran la frontera o que lleguen las bolsas de alimentos; ellos saben que todos tienen un precio y si hay alguien que no pueda ser comparado será acusado de traidor a la patria y terminará en prision esperando un juicio justo que se hará eterno y teminará con una condena y la formulación de nuevos cargos para alargar la privativa de libertad o el exilio necesario.
Y para quienes creen que las cosas no pueden ser peores Colombia parece estar siendo entregada a los mismos franquiciantes que han llevado a Venezuela por los caminos del castrocomunismo. Brasil, Argentina, Perú y Chile pueden ser vistos como luces de esperanza, pero esos ejemplos son sólo muestras de que habiendo respeto a la institucionalidad las cosas pueden ser distintas y en Venezuela se ha tenido el cuidado de destruirla.