jueves, agosto 29, 2013

Encuentro con Maduro.

IA las tres de la mañana nos levantamos para estar media hora después en el aeropuerto de Margarita y tomar un vuelo hacia Maiquetia que haría  conexión para Santo Domingo. Todo salió bien, atrás quedo la Isla y quedaron las vacaciones y los recuerdos del tiempo compartido con la familia y los amigos.

Antes de las siete estábamos en Maiquetia, aprovechamos para cargar los móviles en los tomacorrientes especialmente diseñados para proveer de energía a los viajeros. Pasadas las once tomamos el vuelo que nos conduciría a la base aérea de Santo Domingo, aeropuerto que sirve a la ciudad de San Cristóbal, justo en itinerario estábamos volando sobre este, pero el avión en lugar de aterrizar comenzó a dar vueltas en círculo. 

De pronto el piloto se dirigió a los pasajeros y dijo: "- Debido a actos protocolares que se llevan a cabo en la Base de Santo Domingo deberemos esperar media hora para aterrizar, lo cual nos obliga a dirigirnos al aeropuerto alterno en El Vigía, Estado Mérida para poner combustible. El avión tomo vuelo sobre los Andes y en veinte minutos estábamos en El Vigía. 

Ya en El Vigía se nos instruyó que bajásemos para el proceso de reabastecimiento del combustible, fui el primero en tomar la escalera, pero al hacerlo un bombero me indicó que me que esperara, luego un sobrecargo nos indicó que no sería necesario desembarcar. Poco más de quince minutos tomó el proceso,  luego se nos dijo que Maiquetia debía proveer la ruta de vuelo, esperamos otros diez minutos y el avión volvió a partir hacia nuestro destino final.

El capitán señaló unos minutos más tarde que volábamos sobre la ciudad de Mérida, luego de un corto vuelo llegamos por fin a Santo Domingo. Frente a la terminal habían estacionados seis jets tipo  Falcon 900  y tres aviones militares, después de que aterrizamos lo hizo también otro pequeño jet. El aeropuerto estaba tomado por el ejército y la policía, nuestras maletas tuvieron que esperar casi una hora para ser entregadas, imaginamos que revisaban que no tuviesen explosivos adentro.

El tráfico es la carretera estaba más bien fluido hasta que llegamos al Fuerte Murachi, una docena de carros estacionados al frente, adentro del fuerte se alcanzaba a ver un grupo de personas, algunos con bolsas de mercado, allí estaba Maduro, el causante de nuestra tardanza. Más adelante conseguimos un cortejo fúnebre y el tráfico que venía con sentido hacia el aeropuerto totalmente detenido. Casi a las cinco llegamos a casa a descansar después de quince horas de viaje, no sin antes cruzarnos con una cava que tiene un gran letrero que dice "transporte de urnas". Por cierto últimamente me he conseguido muy a menudo la cava de los ataúdes, 

Esta Experiencia en la que el poder interrumpió la vida normal de los 163 pasajeros del vuelo  934 de Laser desviado  me hizo recordar un poema del cura revolucionario de Nicaragua Ernesto Cardenal que leí cuando yo era un adolescente cabeza caliente, el cual he buscado para recordar que aunque pasan los años y con ellos vemos cambiar el signo de los tiempos, hay cosas que permanecen inmutables:

"De pronto suena en la noche una sirena
de alarma, larga, larga,
el aullido lúgubre de la sirena
de incendio o de la ambulancia blanca de la muerte,
como el grito de la cegua en la noche,
que se acerca y se acerca sobre las calles
y las casas y sube, sube, y baja
y crece, crece, baja y se aleja
creciendo y bajando. No es incendio ni muerte:
Es Somoza que pasa."

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