viernes, agosto 30, 2013

El capitalismo, el socialismo y la naturaleza humana.

Decía  Ortega y Gasset que el hombre es el único ser capaz de construir su ambiente de vida,  yo añadiría que es también el único capaz de destruirlo, porque siendo capaz de modificar el medio ambiente para satisfacer sus necesidades es también el mayor depredador. El hombre en su afán de bienestar paradójicamente  ha dañado y destruido muchos de los recursos naturales y ha creado una serie de relaciones sociales injustas que han llevado a las guerras y a a las revueltas sociales en busca de una sociedad mejor.

Desde un punto de vista meramente biológico, el ser humano se ha apoyado en la teoría de la selección natural para justificar el hecho de que los más fuertes de la especie no sólo son los llamados a sobrevivir, sino también a dirigir los destinos de los más débiles, creando precisamente esas relaciones injustas que caracterizan a la sociedad. Pero en nuestro tiempo hablar de fortaleza no es hablar de las características físicas de los seres humanos, sino más bien de su capacidad de dominar a sus semejantes, de organizarlos en instituciones que pueda controlar, sean estas de carácter económico, religioso o político.

El poder de los hombres  se basa en su astucia más que en las características físicas, de allí que termina no importando si se es o no saludable o fuerte, sino si se es rico o capaz de dominar a los demás a través de las distintas manifestaciones políticas que se dan en diversos niveles como el de los Estados, las iglesias, las empresas, las comunidades y las familias. La colectividad como tal tiene en si misma una fuerza latente, un potencial de poder que se manifiesta a través de los movimientos sociales, esta fuerza es capaz de producir cambios sociales sólo en la medida que pueda imponerse frente a los poderes constituidos.

El más grave problema que se ha encontrado la evolución de las sociedades es quizá la naturaleza egoísta de los hombres. Cristos y Quijotes no proliferan en las sociedades contemporáneas, la solidaridad social es un concepto que si bien se ha venido desarrollando desde los orígenes de la sociedad encuentra siempre obstáculos a la hora de encontrarse con los intereses particulares. El socialismo que parece ser la próxima etapa de la sociedad planetaria aún encuentra fuertes barreras para desarrollarse, el capitalismo no ha podido satisfacer las necesidades de la sociedad, pero se niega a morir, a si sea a costa de la vida del planeta mismo. 

Dos procesos de evolución de la sociedad podrían darse en paralelo, uno sería la toma de conciencia de las instituciones del capitalismo buscando una especie de autorregulación basada en la solidaridad social y en la protección ambiental, la otra sería el empoderamiento de las bases de la sociedad de manera que se puedan alcanzar mayores niveles de justicia social  dentro de un Estado consciente de las necesidad del colectivo y del ambiente. El problema básico es que la solidaridad parece ir en contra de la naturaleza misma del capitalismo y los procesos de cambio no parecen ser posibles dentro de un ambiente de paz social. Por otra parte los experimentos socialistas  se han encontrado   con el grave problema de la corrupción, que no es sino otra manifestación del egoísmo humano generado por la influencia de la cultura del capitalismo.


jueves, agosto 29, 2013

Encuentro con Maduro.

IA las tres de la mañana nos levantamos para estar media hora después en el aeropuerto de Margarita y tomar un vuelo hacia Maiquetia que haría  conexión para Santo Domingo. Todo salió bien, atrás quedo la Isla y quedaron las vacaciones y los recuerdos del tiempo compartido con la familia y los amigos.

Antes de las siete estábamos en Maiquetia, aprovechamos para cargar los móviles en los tomacorrientes especialmente diseñados para proveer de energía a los viajeros. Pasadas las once tomamos el vuelo que nos conduciría a la base aérea de Santo Domingo, aeropuerto que sirve a la ciudad de San Cristóbal, justo en itinerario estábamos volando sobre este, pero el avión en lugar de aterrizar comenzó a dar vueltas en círculo. 

De pronto el piloto se dirigió a los pasajeros y dijo: "- Debido a actos protocolares que se llevan a cabo en la Base de Santo Domingo deberemos esperar media hora para aterrizar, lo cual nos obliga a dirigirnos al aeropuerto alterno en El Vigía, Estado Mérida para poner combustible. El avión tomo vuelo sobre los Andes y en veinte minutos estábamos en El Vigía. 

Ya en El Vigía se nos instruyó que bajásemos para el proceso de reabastecimiento del combustible, fui el primero en tomar la escalera, pero al hacerlo un bombero me indicó que me que esperara, luego un sobrecargo nos indicó que no sería necesario desembarcar. Poco más de quince minutos tomó el proceso,  luego se nos dijo que Maiquetia debía proveer la ruta de vuelo, esperamos otros diez minutos y el avión volvió a partir hacia nuestro destino final.

El capitán señaló unos minutos más tarde que volábamos sobre la ciudad de Mérida, luego de un corto vuelo llegamos por fin a Santo Domingo. Frente a la terminal habían estacionados seis jets tipo  Falcon 900  y tres aviones militares, después de que aterrizamos lo hizo también otro pequeño jet. El aeropuerto estaba tomado por el ejército y la policía, nuestras maletas tuvieron que esperar casi una hora para ser entregadas, imaginamos que revisaban que no tuviesen explosivos adentro.

El tráfico es la carretera estaba más bien fluido hasta que llegamos al Fuerte Murachi, una docena de carros estacionados al frente, adentro del fuerte se alcanzaba a ver un grupo de personas, algunos con bolsas de mercado, allí estaba Maduro, el causante de nuestra tardanza. Más adelante conseguimos un cortejo fúnebre y el tráfico que venía con sentido hacia el aeropuerto totalmente detenido. Casi a las cinco llegamos a casa a descansar después de quince horas de viaje, no sin antes cruzarnos con una cava que tiene un gran letrero que dice "transporte de urnas". Por cierto últimamente me he conseguido muy a menudo la cava de los ataúdes, 

Esta Experiencia en la que el poder interrumpió la vida normal de los 163 pasajeros del vuelo  934 de Laser desviado  me hizo recordar un poema del cura revolucionario de Nicaragua Ernesto Cardenal que leí cuando yo era un adolescente cabeza caliente, el cual he buscado para recordar que aunque pasan los años y con ellos vemos cambiar el signo de los tiempos, hay cosas que permanecen inmutables:

"De pronto suena en la noche una sirena
de alarma, larga, larga,
el aullido lúgubre de la sirena
de incendio o de la ambulancia blanca de la muerte,
como el grito de la cegua en la noche,
que se acerca y se acerca sobre las calles
y las casas y sube, sube, y baja
y crece, crece, baja y se aleja
creciendo y bajando. No es incendio ni muerte:
Es Somoza que pasa."