En una entrevista a un ex embajador de Venezuela en Francia cuyo nombre no recuerdo y no por emular a Cervantes, sino por desmemoriado, contó que el chef de la embajada le ofreció en una oportunidad preparar para un invitado muy especial una sopa de gallo negro. El embajador contó las peripecias para conseguir en los mercados parisienes un animal de esas características, pero al fin el banquete contó con el exótico y delicioso plato. Recientemente, leyendo sobre santeria me conseguí que uno de los animales preferidos para el sacrificio son precisamente los gallos que sean negros o no, no lo se.
Investigando un poco más me conseguí una historia de un par de abuelos que después de sesenta años de casados entraron en una crisis matrimonial y llegaron incluso a hablar de divorcio. Los hijos preocupados se reunieron y comentaron el asunto. Una de las hijas contó que una amiga suya que había tenido problemas matrimoniales había ido a casa de un santero, quien le hizo unas recomendaciones y en menos de quince días le había vuelto a enderezar el matrimonio.
Los hijos preocupados fueron donde su mamá y le echaron el cuento. La viejita accedió a ir donde el santero, quien le recomendó que le diera un caldo de gallo negro al marido, pero que era el quien debía llevar el gallo a la casa. Así le encargaron al viejito el mandado, pero después de recorrer polleras y mercados no consiguió el fulano gallo negro. Al final un diligente carnicero colombiano le dijo que el le podía solucionar el problema, así que fue a la jaula de los gallos y sacó un gallo blanco y lo baño en tinte para el cabello de color negro. El viejito no dudó en llevarse el animal.
Al llegar a la casa soltaron el animal en el solar para que al día siguiente algún valiente se ocupará del sacrificio para que así pudieran hacer el caldo, con la mala suerte de que cuando se disponían a matar el gallo, este salió corriendo y de repente sonó un trueno y comenzó a llover, el gallo comenzó a botar el tinte y volvió a quedar blanco. La viejita se molestó muchísimo, pero el viejito y sus hijos se rieron a más no poder. Al final hicieron un sancocho con el gallo y nunca más se volvió a hablar de divorcio,