Uno de los problemas del proceso de paz colombianos es la poca credibilidad que tienen los grupos guerrilleros en la opinión pública, pero hay un factor que es poco tomado en cuenta a la hora de hacer el análisis correspondientes, se trata del costo de la guerra para los alzados en armas y para quienes los financian.
A primera vista pareciera que la guerra no trae ningún beneficio económico a las partes, pero en realidad esta se ha convertido en un modo de vida para los alzados en armas e incluso para sectores del lado institucional que están involucrados en la dotación de armas, municiones y otros insumos para combatir a la guerrilla, además aparecen los grupos paramilitares financiados por empresarios y ciudadanos comunes.
Además de esto la guerra genera un flujo de gastos para las guerrillas de las FARC y del ELN que para 2.002 estaba estimado en 342 millones de dólares según una investigación hecha por la BBC de Londres, esto sin incluir el financiamiento de otros países que no pueden ser contabilizadas por mantenerse en secreto y de organizaciones internacionales que abiertamente apoyan al movimiento armado. El mismo estudio señala que el 41.9% de los ingresos de los guerrilleros provenían del narcotráfico; el 31,8% de la extorsión, es decir de las vacunas; el 21,8% del secuestro y el 4,3% de otros ingresos.
Conociendo las cifras se hace difícil pensar en una desmovilización inmediata, pero hay otros factores a analizar, la situación militar de la guerrilla es quizá una de las más importantes, ciertamente la guerrilla no está totalmente derrotada, pero es muy difícil pensar en un triunfo militar que les lleve a posiciones de poder. Este factor seguramente es punto de análisis por parte de quienes financian a la guerrilla y al serlo pasa a ser decisivo. Por otra parte es previsible que algunos de los guerrilleros activos simplemente no acepten la paz y continúen en las actividades ilícitas, es decir en el narcotráfico, la extorsión y el secuestro.
Pero en líneas generales el factor económico pesa a la hora de que las guerrillas hagan sus concesiones, entre otras cosas porque la situación política del continente hace inviable una guerra de guerrillas cuando los factores progresistas están tomando posiciones de poder por vía democrática y el financiamiento por parte de los países que tradicionalmente lo ha hecho no tiene ningún tipo de justificación.
La paz como concepto absoluto no aparece entonces en el futuro próximo de Colombia, pero si aparece un reacomodo de los factores que han intervenido en la guerra que redundará en una sinceración de las posiciones; es decir algunos miembros de las guerrillas pasaran a formar parte de grupos políticos que participarán en las contiendas electorales por venir, otros en cambio continuarán en actividades criminales, pero sin poder ampararse en las banderas de la defensa del colectivo.