lunes, agosto 11, 2008

¿Qué le pasó a Chávez?

Cuando pensábamos que el presidente Chávez se iba a quedar tranquilo, apoyando a sus candidatos a gobernaciones y alcaldías, en una especie de tregua para tranquilizar a quienes votaron en contra del proyecto constitucional el dos de diciembre, se tomaron dos medidas en sentido totalmente opuesto: el anuncio de la nacionalización, o estatización del Banco de Venezuela y la promulgación de veintiséis leyes el último día de su habilitación legislativa para hacerlo.

Independientemente de las implicaciones del segundo hecho, por el contenido de las Leyes, lo que puede percibirse es una gran improvisación por parte del ejecutivo en cuanto a la estrategia a tomar en los próximos días, pero debemos decir que buena parte de esa improvisación se debe a la mismísima oposición, que hasta ahora no ha sabido asumir la posibilidad de triunfo que tenía servida en bandeja de plata.

Chávez regresó de su viaje por otros continentes exhibiendo con risas y chistes una franela que le regaló el Rey de España con la celebre frase “¿Por qué no te callas?” y al día siguiente anuncio que nacionalizaría el banco propiedad del grupo Santander y horas mas tarde sorprendió con la promulgación de las Leyes después de haber convocado a los empresarios del país a un dialogo que nunca se produjo.

Lo hecho es equivalente al discurso altivo en el cual calificó al triunfo del dos de diciembre con palabras que preferimos no repetir, algún elemento emocional salió a flote para modificar lo que parecía ser una conducta de recato ya definida ¿Las encuestas? ¿ La opinión de sus asesores? ¿La necesidad de confrontación? ¿Las declaraciones de Obama respecto a la sustitución del petróleo importado? ¿La operación Jaque en Colombia? No sabemos, pero creemos que la necesidad de confrontación y la torpeza de la oposición y también la de los candidatos oficialistas son factores que se suman al repentino cambio de rumbo de Chávez.

Por ahora habrá que esperar nuevas acciones espectaculares del presidente, buscando ser el centro del debate electoral para servir de muleta a los candidatos regionales que como ha podido verse no tienen la contundencia para garantizar nada, como tampoco la tienen los candidatos de la oposición, salvo contadas excepciones, en ambos casos.


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