A veces me pregunto si el gobierno de Venezuela se desvió del camino o si el proyecto original era el que se está materializando actualmente.
Lo grave del asunto es que parecen repetirse los esquemas fracasados en el siglo pasado en la Europa Oriental y en la Unión Soviética y ya poco se habla de la propuesta del socialismo dl siglo XXI de Heinz Dieterich.
La lucha de clases en Venezuela no parece ser un factor importante a la hora de desarrollar el concepto de socialismo porque, si bien no podemos negar la existencia de los distintos estratos, el poder económico ha estado ya desde hace más de medio siglo en manos del Estado y los salarios de un importante sector de la población provienen del sector gubernamental y no de la relación obrero patronal clásica que presupone la existencia de la clase burguesa y la clase obrera como factores determinantes de la lucha de clases.
Además del papel fundamental que juegan las empresas estatales y la robusta burocracia estatal, la empresa privada esta conformada en buena parte por micro empresarios y pequeñas y mediana empresa por una parte y empresa multinacionales y dos o tres grandes grupos empresariales nacionales por otra parte.
La micro, pequeña y mediana empresa mantiene una relación cercana y hasta armónica con sus trabajadores, quienes tienen un sentido de pertenencia desarrollado que les lleva a ser solidarios con sus patronos, mientras que la gran empresa ofrece condiciones de trabajo que no pueden ser igualadas ni por el Estado, lo que hace que los empleados lejos de enfrentarse con sus patronos cuiden sus puestos de trabajo.
Las multinacionales, por su parte parecen estar dentro del proyecto socialista como fuentes de capital para el desarrollo en una primera etapa a la que se ha etiquetado como de transición y lejos de combatirla se busca incentivarla, siempre y cuando su actividad no toque a los sectores estratégicos.
Pero poco a poco el gobierno está interviniendo en la economía para regularla, haciendo cada vez más difícil el desarrollo de la iniciativa privada nacional y el espacio de crecimiento que dejan está siendo ocupado por el Estado desafortunadamente a través de las importaciones.
Pero en los últimos días hemos sido testigos de la intervención de las empresas arroceras, se ha anunciado la nacionalización de una de ellas y se amenaza con nacionalizar las demás, ya algo semejante ocurrió con las empresas cementeras, alguna pasteurizadota y un frigorífico.
Con estas medidas parece el gobierno parece estar estimulando una nueva forma de lucha de clases, no entre patronos y obreros sino entre productores y consumidores. Mientras tanto la idea del socialismo del siglo XXI, pasó a ser solamente un slogan que se dejó atrás.