martes, junio 04, 2013

La Tierra ¿Titular de Derchos?

La globalización, aunque es un término que ha sido tomado por los economistas como parte del glosario de su disciplina científica va más allá del fenómeno comercial que en las últimas décadas se apropió del mundo, haciendo de el un solo mercado en el que florecen las alianzas y los tratados de libre comercio; pero el fenómeno va mucho más allá, es un fenómeno cultural en el cual las canciones de los Beatles se escuchan en el Amazonas, las trovas de Serrat son parte de la historia de vida de los latinoamericanos, Cien Años de Soledad se lee en japonés, en ruso y en mandarín, Pedro Navaja le da la vuelta al mundo, Harry Potter es leído en cinco continentes y la Guerra de las Galaxias ya está en el inconsciente colectivo en los habitantes del mundo entero. 

 Ya Marshal MacLuhan adelantó que vendría una serie de procesos de cambio en el ámbito social y cultural como producto del avance tecnológico de los medios de comunicación acuñando su famosa frase "el medio es el mensaje" con la cual quiso reflejar la relación causa efecto en el fenómeno de las comunicaciones de masas en el entendido de que, como lo señala Lance Strate (2.012) "la adopción de innovaciones no suelen ser producto de deliberación democrática", es decir que los medios comienzan a ser identificados como herramientas de alienación ya que si bien representan extensiones orgánicas de las personas y de la sociedad también producen amputaciones para dar cabida a esas extensiones orgánicas que comienzan a hacer el papel de prótesis, es así como nuestro mundo ha comenzado una integración en el campo social y cultural que ha producido una serie de cambios nunca imaginados que hacen del planeta una sola unidad, esa esfera azul que con gran emoción vieron los primeros exploradores del espacio en el siglo pasado. 

 Pero ¿cómo queda el planeta en este contexto? La nueva visión del planeta, en un mundo ínterconectado a través de miles de vuelos entre los más distintos puntos de su geografía, en el cual las distancias han desaparecido gracias a las tecnologías satelitales, donde internet rompe a diario las barreras a las comunicaciones de todo tipo, incluyendo las privadas, el fenómeno de la migración de personas es cada vez más frecuente, así la visión del orbe no puede ser otra que la de una sola unidad que alberga a toda la humanidad, en la cual lo que ocurre en lugares tan distantes como Australia, Japón o China, de alguna manera tiene efectos en Estados Unidos, Argentina, España o Venezuela, pero ¿se está haciendo algo para proteger esa única casa que nos alberga ahora que sabemos que estamos todos interelacionads?

 Las leyes obviamente se han ido adecuando al actual estado de cosas, las relaciones económicas entre los distintos países así lo exigen, proliferan tratados de libre comercio en ámbitos bilaterales y multilaterales, se habla en foros políticos y económicos de nuevas formas de integración, las legislaciones nacionales se enfocan cada vez más en el problema de las migraciones, la protección de los Derechos Humanos se piensa en sentido global y surgen declaraciones y pactos pensados en función de un nuevo orden social y económico no sin dejar atrás las tensiones que esto genera, pero poco se piensa en el planeta, nuestra casa como un bien a ser protegido o mejor aún, como un sujeto de derecho, aunque se ha comenzado a gestionar una legislación ambiental, esta no parece responder a el estado crítico en que se encuentra nuestro planeta.

 En este contexto América latina, que es reconocida por haber introducido por primera vez los derechos sociales en la Constitución de Querétaro en el año 1.917, hace un nuevo aporte al constitucionalismo, la Constitución del 2.008 en Ecuador y la Constitución de 2.009 en Bolivia establecen disposiciones que ven a la tierra como un sujeto de derecho, a muchos podrá parecer absurdo, pero en realidad es una reivindicación que teniendo fundamento en ideas ancestrales también puede enmarcarse en una tema de estudio de reciente data, la hipótesis de Gaia, esbozada por el químico James Lovelock, considerando a la tierra (Gaia) como un sistema de vida autorregulado, lo cual coincide en buena con el concepto de la madre tierra o Pachamama de los primeros habitantes de los andes, específicamente de los que ocuparon el territorio Inca que se extendió desde Bolivia hasta los límites del Ecuador y Colombia.

 Tal y como lo refiere Leonardo Boff en un reciente artículo "La Constitución de Montecristi de la República de Ecuador de 2008 dice explícitamente en su preámbulo: “Celebramos la naturaleza, la Pachamama, de la cual somos parte y que es vital para nuestra existencia." Pero el texto constitucional va más allá, no sólo otorga rango constitucional a la madre tierra celebrándola, sino que además introduce como objetivo de vida el ”sumac kawsay (el vivir pleno) de los ancestros que encierra toda una filosofía de convivencia y respeto con y para la naturaleza. Además de lo expuesto en el preámbulo la constitución Ecuatoriana otorga un derecho muy especial al planeta en los siguientes términos "en la naturaleza o la Pachamama, donde se reproduce y se realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia, el mantenimiento) y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos..." Así el planeta pasa a ser titular de derecho. En cuanto a la Constitución boliviana de 2.009 el texto se inicia diciendo: "Cumpliendo el mandato de nuestros pueblos, con la fortaleza de nuestra Pachamama y gracias a Dios, refundamos Bolivia” y más adelante en el artículo 33º prescribe: ”las personas tienen derecho a un medio ambiente saludable, protegido y equilibrado. 

El ejercicio de este derecho debe permitir a los individuos y a las colectividades de las presentes y futuras generaciones, incluidos otros seres vivos, desarrollarse de manera normal y permanente”. Cabrá preguntarse ¿como puede hacer la tierra efectivo el derecho que en forma novedosa le otorga el constitucionalismo andino? La respuesta es más simple de lo que parece, si bien la tierra tiene otros medios, distintos a los legales de reaccionar frente al irrespeto de su derecho, nosotros, los seres humanos, somos también parte de ese inmenso ecosistema que Lovelock llamó Gaia honrando así a la diosa griega de la tierra o que nuestros ancestros andinos llamaron la Pachamama y como parte de ella podemos recurrir a la protección del derecho de la tierra como derecho propio o como parte de nuestros derechos colectivos y difusos, así el artículo 34 de la Constitución boliviana establece: ”cualquier persona, a título individual o en representación de una colectividad, está facultada a ejercer acciones legales en defensa del medio ambiente”. Mientras que en la Constitución ecuatoriana se establece dentro del texto del artículo 71 que "toda persona, comunidad, pueblo o nacionalidad podrá exigir de la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la naturaleza…" Ecuador y Bolivia han dado un gran primer paso dentro de este mundo globalizado para reconocerle sus derechos como un ser vivo y fuente de vida, esperamos que este ejemplo sea seguido por todos los países del mundo y que prive por encima de los intereses económicos que están llevando al mundo a una situación de caos ecológico .
 Strate, L (2.012) El Medio es el Mensaje. 

http://www.infoamerica.org/icr/n07_08/strate.p Boff, L. (2.012) El Constitucionalismo Ecollogico en América Latina. http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=562 "cuando llevas un martillo en las manos todo parece un clavo""

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