lunes, junio 24, 2013

Sobre la libertad

La dignidad, se ha dicho es el eje fundamental de los derechos humanos, pero la dignidad misma  no podría concebirse sin que revisemos los términos   libertad e la igualdad, ya que hoy día sin estos dos elementos no podríamos reconocer en   ser humano su dignidad, pues nuestras sociedades conciben a las personas iguales ante la ley, pero libres de ejercer sus derechos y exigirlos en la oportunidad que lo considere oportuno. 

La  libertad tal y como se concibe en las actuales legislaciones positivas no se agota en  simple concepto de la libertad individual, es decir en la idea de que todos podemos actuar de acuerdo con nuestro libre albedrío, de hecho son muchas las limitaciones a la libertad que se establecen en las leyes, de no ser así estuviéramos en presencia de lo que se ha dado por llamar el libertinaje, pues el orden jurídico lo que realmente hace es regular las actuaciones de los seres humanos en aras de la convivencia pacífica y del reconocimiento de la dignidad de las demás personas.

Básicamente cuando en la ley se habla de libertad, se está refiriendo a la libertad individual, es decir la libertad de todos y cada uno,  en palabras de Luis Razeto Migliara  "decidir autónomamente sobre las cuestiones relativas a su vida"  y continúa diciendo que se presenta  "en tres niveles de actividad: la libertad de pensamiento y de opinión, la libertad política y de asociación, y la libertad de trabajo e iniciativa económica." 

Tampoco la libertad es un término absoluto que se permite ejercer en forma irrestricta, al contrario, como ya se dijo la ley establece limitaciones al ejercicio de la libertad en los distintos ámbitos, imponiendo restricciones a su ejercicio en función de la convivencia social, es por ello que por ejemplo la libre circulación de las personas está regulada sujetándola a ciertas normas.

El caso de la libertad personal es un ejemplo bastante ilustrativo, pues en principio todos tenemos derecho a vivir en libertad, pero este derecho queda restringido para las personas cuando son sometidas a los rigores de derecho penal cuando quebrant normas e incurren en delitos. 

En los campos de de las libertades económicas las leyes imponen ciertas condiciones, supeditándolas a conceptos como el bien común y el interés colectivo, por ello se establecen impuestos y se ponen condiciones al ejercicio de determinadas actividades.

La libertad de expresión como forma de exteriorizar la libertad de pensamiento y expresión también es a menudo regulada para defender el estatus quo o imponer límites a  opiniones que pudieran llegar a ofender o a dañar a terceros, de allí surgen algunos delitos como la calumnia y la injuria y también algunos derechos como el derecho al honor  y a la reputación y el muy conocido derecho a réplica.

Por   lo expuesto podemos afirmar  que la libertad de las personas puede ser ejercida en tanto y en cuanto no dañe a terceros o en otras palabra  que la libertad de cada uno llega hasta donde comienza la libertad de los demás.

En cuanto a la pregunta de sí la libertad puede ser predeterminada, entramos en el campo de la filosofía , esta es una discusión que tiene  siglos y al respecto se han elaborado un sin número de teorías,  originalmente, en las sociedades primitivas se pensaba que era Dios quien regia la existencia los de los seres humanos y por ende todos los actos de estos,  de esa manera se pensaba que el destino de todos las personas estaba predeterminado y por ende la libertad poco tenía que ver en sus vidas, pues el hombre que violase aquello que estaba predeterminado quedaría condenado por la eternidad.  

Esta teoría conocida como la predeterminación divina tiene sus orígenes en el dogma de la omnipotencia divina, según el cual la libertad de determinación de los actos humanos no puede concebirse, pues quedaría supeditada así la omnipotencia del ser humano.

Filósofos y teólogos discutieron por siglos la teoría antes señalada, pero, a partir de ilustración y con el desarrollo de nuevas formas de sociedad comienza a mirarse la voluntad desde otra perspectiva, es decir la capacidad de los seres humanos de decidir su propio destino, adquiriendo el término libertad una visión más universal.

Los  filósofos y políticos comienzan a mirar desde entonces a la libertad como un derecho inherente  a todas las personas; sin embargo, las nuevas teorías no dejan de reconocer una serie de factores determinantes en la vida de los seres humanos la actuación  que de cierta manera siguen coartando su libertad.

Surgen así las llamadas  teorías deterministas que van dede las  del determinismo fisiológico que atribuyen a la acción del sistema nervioso  los mecanismos de la voluntad humana o la del determinismo social de Durkhein y Levy  que afirma que es el entorno social y cultural lo que determina las acciones de las personas, pasando por las teorías del marxismo  que ven a los factores puramente económicos como causa de los actos de las personas surgiendo de dichos factores relaciones de explotación y dominación en los que la libertad no tiene valor alguno, así como otras  como aquellas que proponen que serían los códigos genéticos los factores determinantes de la conducta humana hasta la absurda historia de que son los factores cosmológicos regidos por la astrología los que determinan.

Sin embargo, vemos como al analizar la evolución de los derechos humanos Efraín Pérez destaca que los de segunda generación agregan un componente social que hace más llevaderas  las cargas que trae consigo el estar inmersos en medio de una sociedad dominada por el factor  económico  declarando nuevos derechos que protejan a los trabajadores, regulando el tiempo de las  jornadas de trabajo y estableciendo la seguridad social y las normas de seguridad e higiene en el trabajo como parte de los derechos humanos. 

Concluimos que el hombre ha intuido siempre que sus actos están predeterminados por factores externos, bien sean dividimos, sociales, económicos, científicos o de cualquier otra índole, esto nos muestra que los seres humanos no se sienten absolutamente libres, pues está consciente de que su voluntad  debe ser controlada en aras de un orden específico, que podríamos simplemente llamar orden social, pues este basado  en la interacción con sus semejantes, pero también por una serie de factores científicos que van desde lo ecológico hasta lo cósmico.

A pesar de todo lo dicho no debemos perder la mira hacia una concepción de un ser humano libre, capaz de decidir que es lo que quiere y simplemente hacerlo,  para ello debemos liberarnos de los factores que interfieren en nuestro libre albedrío, aunque reconociendo siempre a los otros como iguales,sin olvidar que somos seres sociales por naturaleza y que en función de ello debemos respetar los derechos ajenos y construir sociedades cada vez más justas y equitativas. 

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