Un reconocimiento público a mis hijos y a todos los jóvenes que se entregaron en alma vida y corazón a la causa de la libertad de Venezuela. El miedo fue una palabra que no existió en sus luchas, algunos tuvieron que pagar un precio muy alto, hoy están presos o simplemente pasaron a otro plano de existencia, porque es seguro que no se fueron, quedaron en el alma del pueblo.
Cuando veo a mis hijos y a sus compañeros de generación y recapitulo sobre su lucha y al hacerlo pienso en el futuro venturoso que espera a este país. Fue duro, pero aprendieron a luchar por su futuro y nos enseñaron a no desfallecer.
Gracias hijos, gracias a toda la juventud de Venezuela y gracias también a esas madres y padres que se restearon junto a a sus hijos. Feliz Navidad y ahora a cuidar lo logrado.
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