El sitio era una especie de zaguán oscuro, allí estaban los dos con sus caballetes. Eran idénticos, realmente no tenían mucha gracia, era como si fueran parte de la oscuridad del zaguán, un de ellos con un lápiz en la mano dibujaba con increíble facilidad los trazos para construir un exuberante paisaje, pero el paisaje no tenía color, entonces pasaba el lienzo a su hermano, allí dejaban de ser iguales los gemelos, pues el otro hermano si podía hacer lo que el otro era incapaz, le ponía colores brillantes a los paisajes y era tal la luz que plasmaba en los cuadros que el zaguán se iluminaba,
El gemelo que dibujaba los primeros trazos de los cuadros sentía la frustración de no poder darles luz y Color y el otro pensaba que nunca podría hacer dibujos tan hermosos como los de su hermano. Sus obras no serían nada si ellos no fueran dos y su cada uno no tuviese una especial destreza. La genialidad de cada uno no era completa, eso generaba en cada uno de los dos la angustia de no poder tener al otro en un determinado momento.
Esa complementariedad de los dos gemelos producía en ellos sentimientos encontrados, la alegría del dibujante de poder proporcionar a su hermano las siluetas sobre las cuales poner color a los lienzos y darle luz al zaguán y la alegría del pintor de poder hacer su luminoso acto de magia, pero también producía en cada uno de ellos el temor de ambos de vivir en la oscuridad del zaguán, lo que no era otra cosa que el temor de perder a su hermano y con el la posibilidad de dar vida a sus obras de arte.
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