sábado, enero 02, 2016

Maestra vida camará, 17 años de revolución

Pasaron 17 años y parece que por fin llegará un cambio, cabe ahora preguntarnos qué aprendimos de esta experiencia política que se vivió en Venezuela desde 1.999. El primer gran aprendizaje ha sido saber que la gente quiere vivir mejor, pero que no existe una fórmula mágica para que eso ocurra; el mar de la felicidad no es tal, no hay líderes mesiánicos capaces de cambiar las cosas desde una silla, frente a una cámara de televisión. También aprendimos que la gente quiere justicia, pero no venganza, que en principio somos un pueblo pacífico, pero no sumiso.

Aprendimos también que la felicidad no está en las cosas materiales, pero también que para ser felices hay que tener cierto grado de bienestar. Supimos que los gobernantes no dan  nada sin esperar a cambio el apoyo incondicional o la sumisión al régimen y que cuando no se está de acuerdo con ellos reaccionan con saña y violencia; el  dinero no lo es todo, pero con el se pueden comprar conciencias, así haya que devaluar la moneda hasta límites insospechados. 

Vivimos en carne propia las consecuencias nefastas de las regulaciones absurdas de los precios y los controles cambiarios; unos aprendieron a defraudar al Estado con la sobre facturación de los productos importados mientras otros se dedicaron  raspar cupos de dólares, otros a vender la gasolina subsidiada al otro lado de la frontera, mientras los menos favorecidos se dedicaron a cargar mercancías como bachacos para venderla por encima de los precios regulados, pero al final vimos al país quebrado.

Aprendimos que a los líderes del pueblo no se les hace difícil renunciar a la humildad y olvidarse de sus orígenes para disfrutar de los lujos que se hacen accesibles cuando están disfrutando de las mieles del poder. Se supo que una cosa es la retórica y otra la realidad, que mientras los gobernantes  dicen que se están dispuestos a un retiro humilde se llenan las arcas de sus cuentas en los paraísos fiscales y que ese dinero nunca les será suficiente, entonceshacen asociaciones para extorsionar a la gente y traficar cualquier tipo de mercancía.

También pudimos saber que  la libertad de expresión es un derecho al que no estamos dispuestos a renunciar, aunque cierren medios la gente no renuncia a expresarse y ello los vuelve más creativos, hoy Venezuela tiene uno de los mayores tráficos en las redes sociales y han proliferado los canales por internet, los stand up y las obras de teatro con contenido político. Se comprobó que de la educación  acompañada de ideologización la gente toma los contenidos que realmente le van a ser útiles y desecha los que puedan limitarle sus derechos.

Y al hablar de derechos aprendimos que hay que defenderlos a toda costa, que los jóvenes son los primeros en alzar las banderas para hacer y ellos aprendieron a no tener miedo. Pero también aprendimos que la paz es el bien más preciado que podemos tener, sólo superado por la libertad, por lo cual llegamos hasta sacrificarla y hacer barricadas. Vimos que la mayoría de las personas son solidarias, que hasta en los peores momentos no nos faltó el pan, aunque no era fácil conseguirlo.

Aprendimos muchas otras cosas pero los más importante fue  que nos dimos,cuenta que  somos una nación y que a pesar de ser dicharacheros y echadores de broma tomamos en serio estar unidos y por ello buscamos volver a los caminos de la democracia, pues aunque estemos unidos respetamos la forma de pensar de los demás, porque ya aprendimos que las cosas por buenas que parezcan no se nos pueden imponer por la fuerza. Pienso que después de todo somos un mejor país, hay heridas que sanar es cierto, pero hay también nuevos caminos 

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