Entiendo, pero no deja de preocuparme que la opción militar propuesta por Donald Trump haga sido acogida con regocijo por muchas personas en mi entorno y por muchos venezolanos que opinan en las redes sociales.
Lo entiendo porque la actitud del régimen de Maduro ha sido pasar por encima de toda expresión de pluralismo y democracia y para ello ha contado con el apoyo irrestricto de la fuerza armada ignorando el sentir de la gente de la calle, incluyendo el expresado en las elecciones parlamentarias de 2.015 y en las protestas del año en curso.
Conociendo muy poco del asunto militar me atrevo a opinar que esa mayoría que está deseando la acción y ha soñando con un final de cuento de hadas, en el que un príncipe llegue a salvar a la princesa en apuros y se casen y sean felices; pero creo que nada está más lejos de la realidad, porque se está subestimando la posible reacción de quienes aún apoyan en el contexto internacional al régimen de Maduro y la propia reacción del régimen y quienes lo apoyan.
No deja de ser cierto que existen elementos que podrían calar en cierto sector de la población e incluso de algunos países en el sentido de exacerbar el patriotismo ante lo que ya él régimen está tratando de hacer ver que se trata de una invasión para poner la mano a los recursos naturales de Venezuela; pero según el discurso de Trump el objetivo es otro: preservar la democracia en la región.
Sea cual sea el objetivo lo cierto es que seguimos siendo peones en un tablero de ajedrez en el que por fin comienza a aparecer las piezas del grupo que intenta jugar contra las blancas que en este caso serían más bien las rojas. Muchos pensaban que poner dos portaaviones frente a nuestras costas sería suficiente para ver la huida despavorida de los personeros del régimen.
Pero no es así de fácil: aparentemente Cuba maneja las rojas y para ello tiene el apoyo de los regímenes de Rusia, Irán posiblemente China y otros países que han dado apoyo económico al régimen que instauró Chávez con la ayuda de Fidel Castro y que continúa en manos de Maduro y Raúl Castro.
Todo crea un panorama nublado en el que rendirse no parece ser la opción del régimen y de quienes lo apoyan. Venezuela es un país estratégico por sus recursos naturales y su ubicación geográfica y si bien el vicepresidente de Estados Unidos ha dicho que preferirían acciones diplomáticas y pacíficas para poner fin a este capítulo de nuestra historia eso no parece factible. Lo único que podemos decir es que para quienes somos las fichas del juego los días por venir no serán fáciles.