A medida qué pasa el tiempo me doy cuenta que uno de los objetivos más importantes de la vida es la felicidad y también me doy cuenta que ese no es un acto de egoísmo, al contrario para ser feliz se necesita mucho desprendimiento y deseos de compartir. Pero tampoco son malos los momentos de soledad y recogimiento para entrar en nuestro interior y comprender muchas cosas que nos ocurren aveces sin percibirlas.
Cada persona tiene su forma de ser, de sentir y de pensar, hay algunos más afines, otros menos, pero de la identidad no depende que se pueda establecer la conexión y lo digo porque estoy convencido que uno de los factores más importantes para ser feliz es interactuar con otros seres humanos. Nos hacen felices las relaciones con los hijos, con los padres, con los sobrinos, con los hermanos, con los amigos, con la pareja y con todos los demás seres de la creación, incluidos los animales y hasta las plantas.
Pero en las relaciones con otros seres es importante aceptar al otro como es. A los animales no les podemos pedir que sean humanos, nos frustraríamos porque no lo son, a las plantas no les podemos pedir que sean otra cosa; igual ocurre con los seres humanos, hay que aceptar en los demás la otredad; cuando interactúamos con otros, llámense amigos, hermanos, novios, amantes o esposos no podemos pedirles que sean lo que no son, no podremos esperar que sean idénticos a nosotros, pues no serían otros.
Si vamos a guiarnos por nuestro credo debemos recordar que se nos manda amar al prójimo como así mismo, pero no se trata solo de sacrificase para hacer el bien o para complacer a Dios, se trata de una clave para ser feliz y de eso fue lo que comenzamos hablando.
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