A veces nos cuesta entender la política exterior venezolana. No entendemos cuales son las razones de las hostilidades para con Colombia, ni las razones para mostrar complacencia con los gobiernos que han sido catalogados como terroristas por los países de occidente.
Recientemente tuvimos la visita del premier Ruso y antes habíamos tenido la visita del dictador DE Bielorrusia, estos entre otros mandatarios, diplomáticos y líderes de fuerzas emergentes que nada tienen que ver con nuestra cultura, poco con nuestra economía y menos con el sentir de buena parte de los venezolanos.
La explicación no es otra distinta a que todo obedece a un plan preconcebido en el cual se considera que para el éxito del proyecto venezolano se hace necesario romper con la estructura unipolar que venía imponiéndose desde la caída de la Unión Soviética y el consiguiente fin de la guerra fría.
En el plan venezolano no se concibe un mundo globalizado, regido por las leyes del capitalismo mundial y mucho menos una intervención a nivel político de la potencia llamada a dominar el mundo después de la caída de la URRS, es decir, los Estados Unidos.
El proyecto venezolano, aunque aparentemente no responde a una doctrina definida aún, ha pasado por el fallido experimento del socialismo del siglo XXI y aparentemente va hacia un marxismo revisado, corregido y aumentado, en el cual no sabemos aún si hay cabida o no para la propiedad privada de algunos medios de producción, hasta ahora tolera la religión, pero ve con recelo a la iglesia, un sistema que forzosamente tiene que dar cabida a la nuevas formas de expresión de la opinión pública quedando en el muchos los factores que superar para poder decir que tiene una ideología definida.
Pero a pesar de todas las diferencias, la realidad hace que sea cada vez mayor la coincidencia con el viejo socialismo del siglo XX y en razón de ello surgen los encuentros con los países que han mantenido de una forma u otra las estructuras del sistema comunista, caso Cuba, Bielorrusia, Corea e incluso China.
Pero además los conductores de la llamada “revolución bolivariana” han querido mostrar sus simpatías con esos países y en base a ellas han querido construir unas relaciones fluidas con naciones como Irán, Libia y otros países africanos e incluso Rusia para fomentar la multipolaridad a través de la consolidación de un grupo heterogéneo en las ideologías, pero homogéneo en el rechazo a la hegemonía norteamericana.
En cuanto al vecindario, ha sido objetivo de la revolución apoyar a los movimientos de izquierda, arropándolos con el manto del bolivarianismo, de allí ha surgido la relación estrecha con los gobiernos de Bolivia, Nicaragua, Argentina, Uruguay, Paraguay e incluso la Honduras de Mel Zelaya, el Brasil de Lula y la Chile de Bachelet, aunque estos dos últimos parecen preferir su integración al mundo globalizado y en función de ello han dado paso a la alterabilidad democrática.
Pero lo que más revuelo ha causado no son las relaciones con otros estados, los cuales en mayor o menor grado son reconocidos por la comunidad internacional, e incluso por los líderes de la del occidente globalizado, sino las relaciones con movimientos extremistas e incluso, algunos hasta irregulares, relaciones que se han puesto de manifiesto cada vez que se han realizado los llamados “congresos bolivarianos” en buena medida financiados por Venezuela.
Las relaciones con las FARC y el ELN, aunque no han sido aceptadas directamente han sido evidentes por las reacciones, la reacción de Chávez ante la muerte de las FARC en Ecuador en el cal murió el comandante Raúl Reyes o ante la captura del guerrillero Rodrigo Granda en Caracas o la actitud de complacencia frente a la inauguración de un monumento a Tiro Fijo, fundador de las FARC por parte del alcalde de Caracas o la simples declaraciones de neutralidad frente al conflicto armado colombiano y sin decir nada de aquella en que manifestó que Venezuela colinda al occidente con la FARC, no con Colombia.
A nivel internacional no ha sido distinto, Chávez ha manifestado su sus simpatías por grupos extremistas como Hamas o la OLP y en los últimos tiempos hasta se le ha acusado de haber dado cobijo a lideres de las organización terrorista vasca ETA, la cual tendría nexos muy cercanos con las FARC, ello ha llevado incluso a que la justicia española investigue al gobierno de nuestro país y se han pedido explicaciones que se han negado a dar, por no considéralas pertinentes.
La explicación sobre este acercamiento a las fuerzas más extremistas del planeta sigue siendo una sola, en el proyecto bolivariano, desde sus orígenes se considera que Venezuela no puede consolidar su revolución en un mundo unipolar y globalizado, sino que se hace necesario propugnar un orden mundial en el que los polos de poder sean muchos y los regímenes de sus vecinos sean los más parecidos al suyo, por eso ha apoyado a Evo Morales, Oyanta Humala en Perú, Daniel Ortega en Nicaragua, Mel Zelaya en Honduras, a los Kirchner en Argentina y yendo más lejos, por eso desafió al mundo cruzando la frontera de Irak para reunirse conSaddan Hussein, estrechó relaciones con Irán bajo el mando Ahmaninejad, por eso el apoyo a la causa palestina, se alió con Fidel Castro y subcidia a Cuba y por eso las relaciones comerciales con Rusia y con China y por eso se le acusa de tener vínculos con grupos terroristas como las FARC y ETA, por eso la compra de armas y los devaneos con Putin y con los Chinos.