En 2.006 el politólogo alemán radicado en México escribía sobre la superioridad de los Estados capitalistas sobre los regímenes socialistas para detectar la respuesta de la opinión pública a las políticas de Estado e identificó ocho factores In abstracto, a los que llamó sensores de opinión son estos: 1. elecciones periódicas generales y referendos/plebiscitos; 2. encuestas de opinión representativas; 3. informes de los organismos de inteligencia; 4. participación de la sociedad civil en los partidos políticos (número de miembros activos y pasivos); 5. foros públicos institucionales, como el parlamento, el Internet y los medios de comunicación privados y públicos; 6. huelgas y paros; 7. manifestaciones pacíficas y violentas y, 8. actos bélicos.
En los Estados socialistas del Siglo XX estos sensores no estaban presentes o eran controlados por el Estado, según Dieterich esta carencia fue uno de los motivos principales del colapso del modelo. Si miramos atentamente podremos ver que estos sensores no sólo cumplen una función informativa para detectar la popularidad de las políticas, sino que forman parte del concepto de democracia, pues con excepción de los actos bélicos son formas de expresión popular que permiten direccionar al Estado hacia el rumbo que indican las mayorías.
Pero más allá de los sensores también hay que analizar la capacidad de respuesta del Estado ante los indicadores que se determinan a través de ellos, el autor señala la capacidad de análisis o de procesamiento de la información que tiene el Estado y la velocidad con la que el Estado puede reorganizarse para garantizar su subsistencia. Básicamente en estos procesos se encuentra la esencia de la democracia, pues todo cambio logrado a través de estos medios refuerza de cierta manera la institucionalidad y sirven de base para dar legitimidad a las normas que se generan a través de los cambios.
Lamentablemente los Estados que pretenden ser más avanzados socialmente sucumben ante la tentación totalitaria ante el temor de que la progresividad de las conquistas sociales pueda ser interrumpida o ante el mesianismo y las ambiciones de poder de los personeros del Estado. De hecho la subsistencia de estos regímenes en buena medida depende de la existencia de líderes carismáticos y políticas de comunicaciones basadas en la censura y la desinformación.
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