sábado, diciembre 13, 2014

Somos el universo

En estos días he podido reencontrar algunos temas que me apasionan y me llevan a esferas menos contaminantes que la realidad cotidiana de nuestros países y las luchas que vienen librandose dentro de sus sociedades y que no siempre queremos ver, se trata de dos cosas que nos hermanan:los orígenes mismos del universo y de nuestra relación con la tierra.


Hay dos factores que normalmente no identificamos, pero que ciertamente están interelacionados, uno es el origen del universo, que ya parecen estar develando los científicos a través de la prueba  cierta de la existencia de una partícula de energía que dio origen a nuestro universo, la llamada partícula Higgs y la otra la vieja tabla periódica de Mendeliev que deja ver que todo lo que existe está conformado por la combinación de una serie de elementos de naturaleza química que se identifican por su peso atómico. Con esos conocimientos y yendo un poco más allá con los de la genética moderna podemos concluir  que todo el universo, al menos el universo conocido está interelacionado y aún más forma un gigantesco organismo que hace posible la existencia de cada uno de los seres que en el habitamos y que somos alimento de todo un sistema dotado de inteligencia y espíritu propio.


La sabiduría ancestral de los primeros habitantes de nuestro continente nos da una pista de este concepto al hablar de un tejido que forma al mundo relacionando a las personas con los animales, las plantas, los ríos, las montañas, los volcanes,el fuego, la lluvia, las piedras, las estrellas,  los truenos y todo lo que percibimos o intuimos. Pero van más allá nos dicen que la tierra es nuestra madre, la Pacha Mama de los incas y los aimas, reconocida como ente viviente por científicos, filósofos y políticos, gracias entre otras cosas a la visión cósmica de las primeras fotografías que el siglo pasado dieron cuenta que nuestro planeta es una esfera en el que ni los mares, ni las nubes y mucho menos la tierra reconocen fronteras, pues simplemente estas no existen más que en las mentes de los hombres.


Ante esta perspectiva, hoy que sabemos que tenemos un mismo origen, que además estamos hechos de un mismo tipo de materia y que pertenecemos a un único sistema universal que se mueve por acción de las obras de millones de seres entrelazados y movidos por una mente gigantesca que conforman todos los seres pensantes, no nos queda más que dirigir nuestra mirada hacia la conciencia global y para ello nos han dado algunas claves, el Sumaj Kauay, vivir bien de los Incas, la civilización del amor de los cristianos, el nirvana de los Hinduistas o la iluminación de la Kabbalh,  que no son otra cosa que el encuentro y la fusión con una energía superior dadora de vida y a la cual debemos respetar y cuidar.

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