La revolución bolivariana parece haber cruzado una línea con el cierre de RCTV. Ahora podemos hablar de un antes y un después; Antes del cierre no podía hablarse de restricciones tangibles a la libertad de expresión, había un argumento de peso contra cualquier critica que se hiciese al gobierno en ese sentido: nos se había cerrado ningún medio. Se hablaba de miedo, autocensura, discriminación a la hora de contratar la publicidad oficial, presiones para sacar del aire algunos programas de opinión, pero no se había hecho sentir la mano del Estado impidiendo la salida al aire de alguna frecuencia radial, televisiva o la circulación de algún medio impreso. RCTV era la televisora de mayor sintonía en el país y no se le renovó su concesión, aunque las voces que hacían vida profesional en esas frecuencias tengan aun otras tribunas queda la idea en el aire de una maniobra para silenciarlas. Podemos estar o no de acuerdo con las cosas que se trasmitían a través del canal dos, pero nos queda un sentimiento de haber sido despojados de algo que de alguna forma nos pertenecia, por eso hay un antes y un después.
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