martes, marzo 18, 2014

El manejo de los medios en la crisis de Venezuela.

La visita del periodista de CCNN en español Fernando del Rincón el pasado viernes a la ciudad de San Cristóbal en medio de las protestas causó un revuelo que nunca se había visto en la ciudad, ni las visitas del fallecido presidente Chávez y mucho menos los actos de los candidatos oficialistas o de la oposición causaron tanto furor ¿la razón? Me atrevería a decir que es el estado de alienación de la población que ha interpretado que el periodista es una especie demesias enviado por uno de los grupos comunicacionales más importantes del planeta para constatar y transmitir al mundo de habla hispana de qué se trata la lucha de los tachirenses.

Hay dos factores que potencian la reacción; uno es el tratamiento que el canal de Atlanta da a la noticia, que no es otro que el de un espectáculo informativo, que da cabida a la opinión de los televidentes a través de las redes sociales y que presenta la noticia, al mejor estilo de los tabloides en forma sintetizada, con apoyo de imágenes espectaculares y entrevistas en vivo a los protagonistas, convirtiendo al presentador en una espacie de superhéroe capaz de penetrar a cualquier sitio para conseguir la noticia; por otra parte está el tratamiento que el gobierno de Venezuela ha dado a la información oficial, convirtiéndola también en un espectáculo lleno de elementos propagandísticos, forzando a los medios a trasmitir en cadena y usando todo tipo de adjetivos para calificar a los adversarios. Del Rincón no se salvó de los ataques del Presidente en cadena nacional, lo que le dio mayor impacto a su presencia en San Cristóbal. 

Estamos en presencia de fenómenos comunicacionales quizá nunca antes vistos en la magnitud que se están dando, por un lado el fanatismo generado por las tácticas goebbelianas utilizadas por el Estado durante los últimos años a través del aparato comunicacional y por otro lado el consumismo exacerbado a través de los medios privados que han convertido a la noticia en un producto de consumo utilizando las estrategias de mercadeo propias del capitalismo, en las que las protestas del Táchira se venden como un refresco de cola o como una cadena de hamburguesas. 

¿Qué podemos hacer ante eso? Muy poco si no tenemos conciencia del problema. Habrá quien defienda a uno u otro bando aduciendo la libertad de expresión o el derecho a una información veraz y objetiva, ambas vistas desde el ángulo que más convenga. En ambos casos estamos llegando al extremo de las películas de ciencia ficción de los años ochenta que presentaban al mundo dominado por mentes malignas que dominaban las masas utilizando los medios de comunicación para lavar el cerebro de las personas y crear patrones de comportamiento colectivo para sustentar a un tirano,   

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