La ciudad de San Cristóbal está enclavada en un hermoso valle al que los españoles llamaron el primero el Valle de las Auyamas y luego el Valle de Santiago, es un paraje que se hace querer, no en vano se le llama la ciudad de la cordialidad, los andinos son todo corazón dice el himno no oficial de la ciudad Brisas del Torbes, pero detrás de esas cualidades está también una gran fuerza de decisión, una capacidad de organización que ha llevado a los sancristobalenses a organizar grandes eventos, para todo se organiza una caravana y se elige una reina, grandes eventos deportivos y artísticos se organizan todos los años, el equipo de fútbol ha sido varias veces campeón y las ferias son las mejores de Venezuela.
Pero hoy me duele la ciudad, los andinos en general tienen fama de ser gente brava, conservadora, pero amante de la libertad y así lo han manifestado en los últimos días, pero la ciudad amable de otros tiempos, que ya venía descomponiendo por el exceso de tráfico vehicular y las complicaciones propias de la modernidad y la falta de un gobierno capaz de poner disciplina en la vida ciudadana, el contrabando y la escasez de productos de primera necesidad, esto hizo que hace un mes la indignación se apoderará de la gente y por una causa que no viene al efecto analizar se disparó la protesta y la gente tomó las calles, haciendo barricadas, quemando basura, interrumpiendo el tránsito normal y cerrando vías.
El gobierno reaccionó y comenzó la represión a través de una campaña militar que contó con el apoyo de aviones Sukhoi, tanquetas, al principio sólo la Policía y la Guardia, esperaban amedrentar a los manifestantes, pero se olvidaron de los genes guerreros de la gente, que al sentirse agredida actuó con mayor contundencia, luego vinieron los colectivos de civiles afectos al gobierno, armados con armas de fuego apoyados por las fuerzas oficiales, ha habido muertos, han incendiado edificios, han destruido semáforos, han tumbado vallas publicitarias, postes y árboles.
Duele recorrer las calles de San Cristóbal después de un mes de protestas, el oficialismo no cede y la oposición tampoco, no se ve una salida civilizada a las controversias. En el fondo hay un grave problema ideológico, la izquierda radicalizada enfrentada a grupos que quieren conservar el sistema que con fundamento en el capitalismo se instauró en el país durante más de un siglo y que comenzó a derrumbarse por la incapacidad de los dirigentes de satisfacer las necesidades sociales.
Lo más triste de la situación es que no parece existir una solución a los problemas de la población. No hay una propuesta seria de solución a los problemas de la población, el gobierno sigue con la,defensa a ultranza de su proyecto, la oposición cuestiona su efectividad y la concentración del poder en unas solas manos. Mientras tanto se produce un diálogo de sordos, con balas, gases lacrimógenos, piedras, palos y bombas molotov, la gente sigue muriendo, la ciudad cada vez más destruida y el aparato productivo paralizado.
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