domingo, marzo 23, 2014

En San Cristóbal todos los días son martes.

Como en Macondo, en San Cristóbal en los últimos dos meses todos los días han sido martes, si martes porque no volvieron a haber domingos para salir a pasear con la familia, o lunes para ir con la resaca al trabajo, tampoco viernes con la alegría del fin de semana. Sólo martes, martes porque su nombre hace honor al dios de la guerra, martes porque es el día más desacreditado de los días, aquel día en el que es prohibido casarse o embarcar y de la casa apartarse. Es que aquí desde hace dos meses todos los días son iguales, en las noches explosiones, en el día silencio o sirenas de ambulancia, una sangrienta monotonía que nos ha quitado los miércoles y los jueves, los lunes, los sábados y también los domingos. 

Antes decíamos que cada semana tiene su martes, el día aciago de las supersticiones, el día en que nadie se atreve a urdir nada, ni las telas en los telares, ni las trampas en las calles, porque el martes ha sido sentenciado como el día de la suerte incierta, el día de las desgracias, las catástrofes y de las batallas sangrientas. Por todo eso hoy es martes y todos los días son martes en esta ciudad amada que hoy está  en pie de guerra.  Esperamos que algún día el tiempo continué y veamos un miércoles y un jueves y volvamos a tener fines de semana y decir con pesadumbre que maña es lunes. Pero sigue siendo martes. 

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