sábado, octubre 13, 2007

Insurrección, calles calientes y tirania.

La Constitución de 1.999 está en sus estertores, ya el Presidente firmó su sentencia de muerte y la Asamblea Nacional está cambiando todo el sentido de su texto a través de los añadidos a los reforma propuesta por el primer mandatario. En diciembre el ex aspirante a la primera magistratura y gobernador del Zulia, Manuel Rosales, cuyo puesto en la historia es hasta ahora poco menos que nulo, amenazó con convocar a una Asamblea Nacional Constituyente pero todo quedó allí en amenazas. Parece que nuestros juristas pensaron que el texto de 1.999 aseguraba mantener el estado de cosas en el país y que con el ejercicio de recursos legales seguiríamos viviendo en el en el país encantador del dieciocho años, las Four Runner, el caviar y el salón fumé, mientras los burócratas seguian desarrollando su discurso anti imperialista para quedarse en la mera retórica y en el populismo demagógico para mantenerse en el poder.

Pero las cosas no ocurrieron como lo calcularon nuestros genios de la política. El oficialismo lazó la propuesta de reforma. Según los papeles de trabajo los cambios serán radicales y la oposición se ha quedado fuera de la discusión formal, de la que puede tener algún efecto legal, todo porque siempre actuaron de forma irresponsable e ingenua, subestimando a los lideres de la revolución, disfrutando del protagonismo de las rutilantes tribunas de Globovisión, Rctv, Televen, Unión Radio y a veces hasta CNN y VTV. Los viajes a países lejanos para contar las desgracias de un pueblo sometido mientras engullían manjares y se hospedaban en hoteles cinco estrellas solo se comparan con los de las misiones oficiales quienes resaltan los avances sociales del país gracia a las políticas del gobierno y la malignidad de una oposición golpista financiada por el ¨ imperio mismo ¨.

Hoy surgen voces que llaman la insurrección, a calentar la calle y a organizarse en contra de la reforma, pues ven en ella las bases de una tiranía. El problema real es que no hay voluntad de entendimiento, que no existe una verdadera conciencia social en los factores opositores, que la lucha es por el poder, no por la sociedad y el sector oficial parece estar ganando la pelea por el poder teniendo como aliados a los menos favorecidos a quienes gracias a su discurso populista y a algunas obras que han mejorado la calidad de vida de algunos sectores otrora olvidados, lo cual no ha impedido que los ¨ revolucionarios ¨ en las alturas del poder hayan comenzado a libar las mieles de este volviéndose adictos a los vicios del capitalismo. La insurrección y las calles calientes sin otro fundamento que la toma del poder no representan mas que abrirle la puerta a la tiranía, venga por el lado que venga.

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