sábado, octubre 27, 2007

La vía institucional.

En 2004 un reducido grupo de electores fue a votar para elegir un Asamblea Nacional después de que la oposición decidió no presentar candidatos. Ese pequeño grupo, menos del veinte por ciento de los electores, eligió al poder legislativo de Venezuela, los elegidos no tuvieron el menor inconveniente en tomar posesión de sus cargos e iniciar su labor legislativa, lo que no sabíamos es que en menos de tres años esos mismos legisladores se convertirían en constituyentes para cambiar el destino de la patria, convirtiéndola en un estado socialista siguiendo las directrices del presidente Chávez, quien de paso abre las puertas a la reelección indefinida y con ella la posibilidad de perpetuarse en el poder.

El juego propuesto ahora está vestido de democracia cuando nos dicen que el dos de diciembre votaremos para aprobar la nueva constitución. Se presenta nuevamente el dilema de votar o no. Abstenerse parece ser una opción de rechazo a la reforma, pero realmente es una opción de aprobación, igual que lo fue en 2004, la ausencia de candidatos y electores de la oposición dio vía libre a la conformación de una Asamblea Nacional integrada únicamente por integrantes del sector oficialista. Esa es la única razón que hay para ir a votar.

La propaganda de los medios opositores se ha centrado en decirnos que no están garantizada la transparencia en referéndum y que el resultado está y cantado. Como abogado me ha tocado ver en muchas oportunidades como las causas que se pensaban perdidas pueden salir adelante cuando menos lo pensamos. La Constitución, el ordenamiento jurídico nacional y los tratados internacionales están llenos de recursos que pueden ser activados. La lucha democrática es una vía que no debe ser desechada y podemos decir mas, es la única vía que nos puede conducir a una solución institucional.

En 2006 Venezuela votó en unas elecciones presidenciales en las que participa el gobierno y la oposición. El gobierno contó con su poder para utilizar los medios, con grandes recursos para hacer propaganda, con los medios oficiales a su disposición y con toda la logística de las gobernaciones, alcaldías, ministerios, tribunales y hasta órganos militares. El resultado oficial le dio el triunfo al gobierno y así lo aceptó el candidato opositor. Este hecho constituye la legitimación del sector opositor que a partir de entonces recobró el derecho a exigir un juego limpio.

Puede ser que en el próximo evento electoral el gobierno no juegue respetando todas las reglas, pero la oposición está ahora en condiciones de exigir que lo haga y denunciar con pleno derecho las irregularidades que se cometan. La comunidad internacional, la fuerza armada y el pueblo mismo podrán tomar las acciones que sean procedentes. De no hacerse así, los recursos legales quedrian agotadas y pasaríamos a las actuaciones de facto
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