miércoles, octubre 31, 2007

¿Rebelión, terrorismo, golpe o reforma constitucional?

La opsición a la reforma constitucional presenta un gran reto. La posición mas generalizada es que no se trata de una refiorma sino de una nueva constitución, lo cual trae consigo una estrategia para evitar que la reforma, o la nueva constitución, entre en vigencia una vez que sea aprobada por medio de referéndum popular.
La primera vía a ser analizada es la vía jurídica, es decir acudir a los órganos jurisdiccionales, el Tribunal Supremo en este caso, a pedir la nulidad del nuevo texto y del procedimiento por medio del cual se aprobó. Sin entrar a considerar sobre las cualidades de los magistrados, podemos decir que el solo hecho de que la reforma se someta a referéndum da un argumento de peso para que esta sea convalidada a pesar de los vicios de procedimiento que puedan alegarse. En cuanto al fondo el mismo hecho puede servir de base para sustentar una decisión que reconozca la validez de cualquier disposición, simplemente por emanar del soberano.
Agotado el recurso jurisdiccional quedan otros recursos menos ortodoxos, como la negociación política. Este trabajo debería estar haciéndose en estos momentos, pero al parecer el proponente de la reforma no reconoce ningún interlocutor político, máxime que en estos momentos la oposición no tiene representación parlamentaria y las voces disidentes en la amblea Nacional provienen de las listas del gobierno y sus posiciones no llegan a tocar el fondo de la cuestión.
La otra vía, la innombrable, la que nadie quiere, requiere del apoyo de los militares o de una organización paramilitar que afortunadamente no existe y que a juzgar por la la experiencia de los últimos años están bien lejos de poder concretarse. Quedan otros escenarios peores, el terrorismo orquestado por grupúsculos minoritarios, una invasión extranjera muy poco probable o una revuelta popular que no dudamos dejaría un saldo de sangre que nadie quiere y que podría servir de base para establecer un nuevo gobierno de signo desconocido y necesariamente con mano de hierro para poder controlar las fuerzas que se desatarán a partir de la explosión social.

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