viernes, octubre 19, 2007

Mas allá de las marchas y los cacerolazos.

La reforma Constitucional parece estar a punto de concretarse. En la tercera discusión de la prepuesta presidencial, que ya para muchos entendidos tiene un contenido de fondo que haría necesaria la convocatoria de una Constituyente, fue complementada con la reforma de veinticinco nuevos artículos que n serán discutidos nuevamente.

Mientras esto ocurría el presidente Chávez fue a Cuba a entrevistarse con su amigo Fidel Castro y a conmemorar los cuarenta años de la muerte del Che Guevara. Ambos eventos parecen anunciarnos lo que será el país en los próximos años.

No creemos que detrás de ambos actos haya una intensión de escandalizar a los sectores conservadores de la sociedad, mas bien pensamos, que estos actos simplemente están materializando el otrora misterioso proyecto de Chávez, el cual ahora ha quedado develado con la manifestación directa en el nuevo articulado propuesto por el presidente en el cual claramente se establece que la meta del proyecto es la construcción del socialismo.

Entre los veinticinco artículos añadidos por la comisión mixta de la Asamblea Nacional el que mas revuelo ha causado es el que regula los estados de excepción, en el cual se prevé la suspensión del debido proceso, lo cual representa poco menos que una patente de corzo para los funcionarios gubernamentales en caso de que el régimen se vea amenazado.

En Cuba, por otra parte Chávez anunció que vamos hacia una confederación de países que unirá a la tierra de Fidel con la Venezuela de Chávez, la Bolivia de Evo y la Nicaragua de Ortega, esto nos deja ver que el proyecto trasciende las fronteras de Venezuela y que la intención del gobierno es poner en marcha la expansión del mismo mas temprano que tarde.

Lo que antes muchos creían eran especulaciones de individuos paranoicos, alarmistas o desestabilizadores, ahora se traduce en anuncios oficiales. El regreso a los estados de excepción al mejor estilo de los viejos regímenes totalitarios es solo una manera de prepararse el régimen para una reacción que está prevista en la teoría marxista y que seguramente excederá a las marchas, guarimbas y los cacerolazos.

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