El pensar que el conflicto entre Ecuador y Colombia está superado es poco menos que una ilusión, como o es también considerar que el conflicto es un impasse entre dos países y que puede ser superado en unos pocos días.
Lo que realmente está pasando es que la punta de un gigantesco iceberg ha salido a flote. Desde que se instaló en el poder Hugo Chávez un proyecto regional viene desarrollándose con el apoyo y la asesoría de Cuba, de hecho poco a poco se ha ido construyendo un bloque regional de países que se identifican a si mismos como “progresistas”, entre los cuales se cuentan Bolivia, Ecuador y Nicaragua además de Uruguay, Argentina y Brasil.
Colombia juega un papel importante en este contexto por ser el aliado estratégico de Estados Unidos, que mira con recelo el desarrollo del plan de Chávez, quien frontalmente declara que el país del norte es el enemigo a vencer. Todo esto ocurre después de que el mundo había tomado un nuevo rumbo después de la caída de la Unión Soviética y el avance del capitalismo global con la consolidación de la Unión Europea y la promoción de los TLC por parte de Estados Unidos.
El mejor aliado de Chávez ha sido la subestimación de su proyecto por parte de sus opositores. Pero poco a poco y gracias a la bonanza petrolera de Venezuela, el proyecto fue tomando fuerza. Por supuesto que el hecho no seria preocupante de no ser porque aparentemente se han buscado alianzas no solo con gobiernos establecidos sino con organizaciones subversivas en los países donde los gobiernos han permanecido al margen del nuevo movimiento.
La incursión de Colombia en Ecuador para dar fin a la vida de Raúl Reyes, jefe de las FARC, mostró como dijimos la punta del iceberg, disparó la solidaridad de Venezuela con Ecuador y puso a Colombia en jaque. La única respuesta lógica del gobierno de Uribe era decir que no podía confiar en el gobierno de Correa dado los vínculos de las FARC con el nuevo bloque de poder al que pertenece el gobierno ecuatoriano.
Pero para hacer tal afirmación hacían falta puabas, pruebas que aparecen en los discos duros de los computadores de Raúl Reyes las cuales incriminan no solo a Correa, sino además a Chávez. Obviamente ambos gobiernos manifiestan dudas sobre la autenticidad de las pruebas, pero esto nos ubica en una posición de gran peligro para la paz de la región.
Hasta ahora la respuesta del líder del proceso continental, léase Hugo Chávez, ha sido cautelosa, incluso ha retirado sus fuerzas de la frontera colombiana, lo cual hace ver que no están dadas las condiciones para encender la mecha de una confrontación bélica que sigue latente. Ahora es el momento de los pueblos que deben ejercer su derecho a manifestarse.
Lo que realmente está pasando es que la punta de un gigantesco iceberg ha salido a flote. Desde que se instaló en el poder Hugo Chávez un proyecto regional viene desarrollándose con el apoyo y la asesoría de Cuba, de hecho poco a poco se ha ido construyendo un bloque regional de países que se identifican a si mismos como “progresistas”, entre los cuales se cuentan Bolivia, Ecuador y Nicaragua además de Uruguay, Argentina y Brasil.
Colombia juega un papel importante en este contexto por ser el aliado estratégico de Estados Unidos, que mira con recelo el desarrollo del plan de Chávez, quien frontalmente declara que el país del norte es el enemigo a vencer. Todo esto ocurre después de que el mundo había tomado un nuevo rumbo después de la caída de la Unión Soviética y el avance del capitalismo global con la consolidación de la Unión Europea y la promoción de los TLC por parte de Estados Unidos.
El mejor aliado de Chávez ha sido la subestimación de su proyecto por parte de sus opositores. Pero poco a poco y gracias a la bonanza petrolera de Venezuela, el proyecto fue tomando fuerza. Por supuesto que el hecho no seria preocupante de no ser porque aparentemente se han buscado alianzas no solo con gobiernos establecidos sino con organizaciones subversivas en los países donde los gobiernos han permanecido al margen del nuevo movimiento.
La incursión de Colombia en Ecuador para dar fin a la vida de Raúl Reyes, jefe de las FARC, mostró como dijimos la punta del iceberg, disparó la solidaridad de Venezuela con Ecuador y puso a Colombia en jaque. La única respuesta lógica del gobierno de Uribe era decir que no podía confiar en el gobierno de Correa dado los vínculos de las FARC con el nuevo bloque de poder al que pertenece el gobierno ecuatoriano.
Pero para hacer tal afirmación hacían falta puabas, pruebas que aparecen en los discos duros de los computadores de Raúl Reyes las cuales incriminan no solo a Correa, sino además a Chávez. Obviamente ambos gobiernos manifiestan dudas sobre la autenticidad de las pruebas, pero esto nos ubica en una posición de gran peligro para la paz de la región.
Hasta ahora la respuesta del líder del proceso continental, léase Hugo Chávez, ha sido cautelosa, incluso ha retirado sus fuerzas de la frontera colombiana, lo cual hace ver que no están dadas las condiciones para encender la mecha de una confrontación bélica que sigue latente. Ahora es el momento de los pueblos que deben ejercer su derecho a manifestarse.
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